El periodismo opositor y el beneficio simbólico. (La vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser)

0 comentarios

Desde hace un tiempo se viene planteando una discusión hacia el interior del periodismo en general, acerca de cómo influye el dinero -transmutado en pauta- en la opinión de los distintos columnistas de diarios, radio y televisión. Una de las últimas intervenciones al respecto fue la de Jorge Lanata en el programa televisivo de Luis Majul en donde sostuvo que Victor Hugo Morales decía lo que decía por plata. Argumentos similares pueden escucharse desde los programas tildados como “oficialistas” respecto de los periodistas que trabajan para el Grupo Clarín y/o medios similares.

Desde nuestra opinión la lectura debe ser complejizada no porque consideremos que el dinero no juegue un rol importante en este tema, sino porque consideramos que hay algo aún más importante. En este sentido, tenemos que hacer una aclaración preliminar. Cuando hablamos de periodismo obviamente no nos estamos refiriendo ni a Ernestina Noble, ni a Héctor Magnetto ni a la familia Mitre, sino a sus columnistas y periodistas. El caso liminar en este recorte es tal vez Jorge Fontevecchia, ya que oficia tanto de empresario como de periodista. De todas formas, y como se dice por ahí, la excepción hace a la regla.

Hecho el recorte, vayamos a lo nuestro. En primer lugar, comencemos planteando dos temas: la libertad de expresión y la independencia del periodismo. Respecto del primero de ellos tendríamos que decir que los ataques a este derecho se dan en gobiernos militares y de facto en donde claramente se censura y se prohíbe tratar y desarrollar contenidos determinados. Obviamente, en estos casos los periodistas díscolos son perseguidos, atacados, asesinados, desaparecidos. Está claro que puede haber grises pero sostener que en la actualidad hay ataques a este tipo de libertad en muchos medios de comunicación es una contradicción en los términos. En otras palabras, ¿es serio plantear libremente en donde se quiera, y de la manera que se les antoja, que no hay libertad para hablar? O sino realicemos el ya bautizado “ejercicio Morales” y preguntémonos sobre qué no se puede hablar hoy en los medios de comunicación.

Otra es la cuestión en lo que refiere a la independencia del periodismo o, si se quiere, al periodismo independiente. En este caso, las preguntas que debemos hacernos son dos: ¿independiente respecto de quién? y, ¿es posible un periodismo totalmente independiente? Si tratamos de dar respuesta al primero de los interrogantes nos daremos cuenta de que las posibilidades son infinitas: del gobierno, de los poderes económicos, de las corporaciones, de la patronal, de la burocracia sindical, de la sinarquía internacional. Como vemos hay respuestas para todos los gustos. Ahora bien, plantear la idea de un periodismo totalmente independiente es poco serio. La idea de la objetividad plena es algo que comenzó a ponerse en cuestión en el siglo XIX.

Es a partir de lo dicho en el párrafo anterior que queremos comenzar a construir nuestro argumento. Y, tomando de nuevo los dichos de Jorge Lanata, es por donde vamos a empezar. En un reportaje que le realizó hace un tiempo Ernesto Tenembaum, el primero decía que en el contexto de la disputa política entre el gobierno y el multimedios Clarín, había que ponerse del lado del más débil y para Lanata el más débil en este caso era el monopolio. En esta frase, correcta o no, se cristaliza uno de los imaginarios más fuertes del periodismo argentino, y porque no universal. Los reporteros deben informar sobre aquello que los poderosos callan. Sin importar el dinero y los aprietes el periodismo muestra lo que otros quieren ocultar. En otras palabras, el periodismo es beneficio simbólico antes que económico. Esta reserva moral del periodismo no es algo a lo que acudan solo los opositores. Aquellos que defienden al gobierno lo hacen también desde frases del tipo “eso no es periodismo”, “son comprados por Magnetto”, etc. Como se ve, si la descalificación viene por el lado económico es porque en términos representacionales hay algo que en la profesión periodística escapa a lo estrictamente dinerario. Es también en donde se manifiesta la fe en la profesión. Es la creencia que lo que dice es independiente de aquel que es poderoso y que, como todo dogma, es lo suficientemente amplio como para que todos -cínicos y comprometidos- se sientan representados y puedan justificar sus acciones dentro de él.

Con estas ideas presentes comencemos a analizar el caso argentino. En primer lugar, debemos ser cuidados con las distinciones porque es aquí donde el compromiso que otorga esa idea de periodismo se mezcla con los intereses de aquellos que hacen negocios con el periodismo. En efecto, se mixtura la estrategia editorial de Magnetto -dos años te apoyamos y dos años te pegamos para favorecer nuestros intereses- (ver http://santiagokahn.blogspot.com/2010/09/analisis-de-tapas-de-clarin-via-ramble.html) con aquellos que investigan y critican con argumentos determinadas opciones y acciones del gobierno (ver: http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/subnotas/1-52086-2011-02-20.html).

En este sentido, los medios de comunicación desde la vuelta a la democracia dieron mucho espacio para pensar una realidad en donde ellos mismos no estaban incluidos. En otras palabras, notas y notas para investigar y criticar a los gobiernos de turno, y muy poco espacio para pensarse a sí mismos. Tal vez, los análisis críticos acerca de la forma en que se construía y presentaba la noticia estaban reducidos a los espacios académicos. Cuando esto empezó a suceder, no hace mucho tiempo, las reacciones de algunos periodistas fueron muy parecidas a las que a finales del siglo XIX tuvieron algunos científicos cuando comenzó hacerse ciencia de la ciencia, es decir, cuando la historia de la ciencia y la sociología de la ciencia vieron su nacimiento. Los físicos, químicos, matemáticos, etc., pusieron el grito en el cielo cuando historiadores y sociólogos comenzaron a hablar de sus disciplinas científicamente.

Con el periodismo pasa algo parecido. Mientras el debate sobre los medios queda en el plano académico es inofensivo. Ahora, cuando desde los mismos medios se comienza a darle un lugar más importante a ese análisis las cosas empiezan a molestar. ¿Por qué molesta? Porque se ataca al beneficio simbólico del periodismo. Se ataca su deber ser. Se ataca ese imaginario que la crítica es contra el poder de turno y que con eso basta para hacer periodismo independiente. Se pone en cuestión el propio espacio de trabajo, se obliga por lo menos a poner en duda los intereses políticos que hay en las redacciones. Un interesante ejemplo de esto es la nota que le realizó Jorge Rial al jefe de Redacción de Clarín el lunes 28 de marzo de 2011 en su programa de la Red. (http://www.radiolared.multimediosamerica.com.ar/ciudad_goti_k/noticia/4864)

Esto es cuanto menos, incómodo. Porque ahora, frente al micrófono, la computadora o la cámara se juega la contradicción antes de hablar. Se puede hablar del bloqueo a Clarín, se puede hablar del ataque a la libertad de expresión, pero qué pasaría si un periodista de TN pregunta sobre el conflicto gremial existente en la planta. Podemos hablar del 24 de marzo, podemos hablar de los desaparecidos, pero qué pasaría si un periodista del multimedio se preguntara acerca de los padres desaparecidos de Felipe y Marcela Noble, o se le inquiriese a Morales Solá de su foto en la puerta de un centro clandestino de detención.

En función de lo dicho creemos que muchos periodistas no se preguntan estas cosas no porque hayan sido comprados sino porque piensan que cuestionar al periodismo es cuestionar su independencia. Máxime si el que se presenta como el enemigo desde los multimedios es el gobierno.

Gilles Deleuze decía, metaforizando la política a partir del ajedrez, que no era una cuestión de negras contra blancas, sino de las negras contra el tablero. En este sentido, es posible afirmar que las negras han pateado el tablero argentino y, que esa patada, reconfiguró su estructura. Entre las muchas cosas que han sido modificadas podemos contar a la práctica del periodismo en donde los debates públicos en torno a la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual han jugado un rol más que importante.

De todas formas, este debate es ya independiente del gobierno. Ha cobrado peso propio y se sostiene por su propia lógica. En otras palabras, elaborar una visión crítica del periodismo escapa al debate opositor u oficialista porque ya se ha hecho cuerpo en sectores que no necesariamente responden a esas clasificaciones. Un indicador claro de este tema es la proliferación de blogs que avanzan en este sentido y del cual este es solo un ejemplo.

De lo que se trata ahora es de animarse a discutir el rol del periodismo en la sociedad, en un clima absolutamente propicio para eso. Esto último sin pensar que si pone en cuestión una forma de practicar la profesión se está apoyando al gobierno. El periodismo gana simbólicamente si asume la posición de pensarse así en el contexto y no hacerlo contra este último.

Las paradojas de la violencia

0 comentarios

Los “violentos” han puesto un poco de cordura en el fútbol. El mensaje fue claro: “Si hay un muerto no se puede jugar”.

La suspensión del partido San Lorenzo – Velez ha generado todo tipo de análisis políticamente correctos y algunos coyunturales (como el descontento de la cúpula policial con la Ministra Garré) que pueden explicar los hechos puntuales pero no la dinámicas generales de lo que sucede en los estadios.

Los hinchas han suspendido el partido, y han puesto de manifiesto que quizás ahí, en “el nudo de la violencia”, es donde paradójicamente ha emergido un poco de sensatez y humanidad.

No ha sido la policía, ni el árbitro, ni los dirigentes los que han suspendido el partido cuando se conoció la muerte de un joven trabajador como Ramón Aramayo. Ha sido la tribuna, por que no decirlo, “La Barra”. Si hay un muerto, no se puede jugar.

Un llamado la atención al conjunto del mundo del fútbol y de la sociedad. ¿En que estamos pensando cuando vemos un partido de fútbol mientras alrededor explota el conflicto?

En este tipo de hechos es cuando se demuestra la superficialidad del discurso de la connivencia triangular entre dirigencia política –  futbolística, policías y barras. Exponen el soporte real y la importancia que tienen para el hincha la existencia de la “barra brava” y la espantosa doble moral imperante en el ambiente futbolero. La condena de la violencia en abstracto es la condición para el disciplinamiento del hincha, la justificación del accionar policial y el mantenimiento del statu quo futbolístico en un solo acto.

La existencia de las barras es un hecho mucho más complejo y no puede ser reducido a este aspecto instrumental económico y político, hay una funcionalidad social, un rol social que da legitimidad mucho más allá del “aguante”.

Puede ser que las familias, ciertos grupos de hinchas que no asisten regularmente a los estadios, dejen de ir a la cancha durante algún tiempo más o menos prolongado si se producen incidentes violentos.

Sin embargo, para el hincha (cualquiera sean sus colores), que asiste regularmente a los estadios y sobre todo que asiste a ver a su equipo de visitante esto es claramente la alteración de una rutina cultural que involucra tradiciones, administración de momentos de ocio, experiencias familiares y seguramente otras razones sociales bastantes arraigadas y legítimas. Para este grupo de hinchas, dejar de ir, no es una opción razonable, y en realidad objetivamente parece bastante injusta; en esta situación “la barra” es, en ultima instancia, su garantía..

Las barras efectivamente producen hechos de violencia condenables, pero en ciertas condiciones (como las actuales y particularmente las del domingo en las inmediaciones del José Amalfitani), para el hincha es absolutamente funcional. Necesita un resguardo contra otras hinchadas, un cuerpo organizado capaz de centralizar cierta información que individualmente no es procesable, protección frente al accionar policial o los abusos a los que son sometidos por los clubes locales, entre una infinidad de etcéteras.

Resultan bastante sospechosos entonces los discursos que tienden a estigmatizar al fútbol como un espacio violento, cuando esa violencia viene materialmente realizada a través de una fuerza de seguridad del estado.

La asociación entre fútbol y violencia es falsa en este caso particular y tendenciosa en general y tiende a imponer regímenes cada vez más duros a los asistentes a los estadios cuya expresión máxima es la prohibición de la asistencia de público y su hermana menor la prohibición de la parcialidad visitante. Este abordaje de este tipo de hechos descentran la mirada del proceso y la focalizan, la construcción criminalizante del “sujeto” “hincha”.

La construcción del estereotipo “hincha – barra – violencia”  en primer lugar oculta que hay otros actores involucrados, y muchas otras relaciones que vuelven al fenómeno una expresión social compleja y no un hecho policial aislado. El eslabón hincha es el punto de inicio y el final de una explicación circular y elitista en tanto es diferenciada con respecto a otros espacios sociales (el cine por ejemplo) o incluso establece diferencias clasistas al propio interior del futbol (los palcos por ejemplo).

La hiper regulación de la popular: no bebidas alcohólicas, no botellitas de agua, no encendedores ni fósforos, no banderas de x medida, no cargadores de celulares, no caramelos duros, no pirotecnia, y una lista extensísima de prohibiciones es una muestra de una definición de que sujeto y que lugares están en el centro del dispositivo. El cacheo, el retén, los circuitos, las esperas a puertas cerradas son las tácticas de administración de esta población.

En este punto debemos apartarnos de la superficialidad periodística y del discurso políticamente correcto de la condena a la violencia a secas. Hay que comprender antes de condenar. Debemos hacer el esfuerzo de superar esta visión estereotipada y derrotar la poca voluntad de comprender.

Para comenzar, se impone un cambio del foco. La víctima no es el fútbol. Este enunciado impersonal diluye las responsabilidades y oculta cierto malestar cuando se reciente algún bolsillo. La víctima es el hincha, en tanto está sujeto a un sistema de abusos, que en este caso terminaron con una muerte, pero que cotidianamente vulnera derechos en todos los estadios del país.

Si partimos de los derechos, y no de la regulación del conflicto quizás podamos comenzar otro camino.

Lic. Flavio Guberman
Sociólogo
feguberman@gmail.com

Hegemonía y estrategia peronista

0 comentarios

El proceso político que estamos viviendo en la Argentina tiene una riqueza incalculable. Somos protagonistas de sucesos y debates sobre la coyuntura actual que nos confirma nuestro optimismo no solo en lo que respecta a la posibilidad de continuidad del proyecto kirchnerista. También, en algunos sectores, existe una profundidad  y calidad de debates que es necesario profundizar y actualizar.

Es el caso de cierta utilización del pensamiento gramsciano que se viene dando desde ciertas columnas de revistas y periódicos. El más reciente se da en relación al affaire Moyano y las operaciones de prensa de las que el objetivo es el Secretario General de la CGT. El 20 de marzo, en Página 12, Edgardo Mocca escribió un artículo titulado Hugo Moyano y la vigencia de Gramsci, en donde hace una pequeña reseña de los debates en torno a la hegemonía y cómo la lectura gramsciana del mencionado concepto tiene todavía vigencia para el caso argentino.

Desde este blog también hemos intervenido en esta línea y nos interesa por tanto profundizar aún más el debate. De todas formas, nuestra lectura guarda algunos matices con la propuesta por Mocca y es por eso que necesitamos explayarnos para poder plantear nuestras diferencias.

El análisis de correlación de fuerzas

La comprensión de cómo se posicionan los distintos actores políticos en la distintas coyunturas es un tema bastante recurrente en la obra gramsciana. Sus análisis del risorgimiento italiano y de los consejos obreros es bastante conocido, así como también ciertas lecturas metodológicas acerca de cómo construir los mencionados análisis.

Uno de los objetivos de este blog es justamente comprender la dinámica de la correlación de fuerzas en la coyuntura política argentina. En este sentido, las distintas columnas de los formadores de opinión más conocidos de los medios de comunicación brindan una información más que relevante en este aspecto. En efecto, a quiénes interpelan, qué es lo que piden, a quiénes critican y a quiénes defienden nos ayuda a trazar un mapa acerca de cómo se van posicionando los actores dentro del mapa político.

Para Gramsci esto es así porque en el discurso hay algo que no es puramente discursivo, sino una tendencia práctica que este representa. Es una especie de traducción de conocimiento en política; un reflejo de tendencias práctico políticas e ideológicas.

En esta línea es que nosotros estamos realizando un análisis de los principales columnistas -principalmente de Clarín y La Nación- y venimos constatando una tendencia que define a esta coyuntura como diferente de las anteriores inmediatas. Un indicador de esto es la falta de un interlocutor que oficie de aliado en las columnas analizadas. Históricamente, las columnas de Bonelli y Silvestre en Clarín buscaban en los representantes de la UIA y el radicalismo a sus aliados políticos -recordemos el mote desarrolista que históricamente definió al diario. En caso de La Nación, los mismos eran sectores vinculados a la SRA y el liberalismo económico.

Hoy por hoy, esto no es así. Mantienen una postura en conjunto de crítica al gobierno, pero ninguno de los dos defienden candidatos particulares. Según sostenemos, esto se debe a la falta de un candidato que se posicione como posible contrincante de Cristina en las elecciones de octubre. En todo caso, y de haber segunda vuelta, apoyarán a aquel que llegue a la mencionada instancia.

Bloque histórico, hegemonía y revolución pasiva

El concepto de hegemonía, tal como lo define Gramsci, presenta algunas dificultades si lo queremos utilizar como una herramienta para analizar la realidad política argentina. En primer lugar, tenemos que tener cuidado de no realizar extrapolaciones muy directas. En primer lugar, por la concepción marxista de la cual parte Gramsci. En su análisis de la revolución francesa él habla de la conquista de la hegemonía antes de llegar al poder y que, por lo tanto, la conquista del mismo es una consecuencia madura de la potencia económica de la clase y de una reforma intelectual y moral que precede al proceso revolucionario.

En segundo lugar, porque el concepto de hegemonía es inseparable, en los análisis del intelectual sardo, de los de bloque histórico y revolución pasiva. Para Gramsci este último es la contracara de aquel. Es también conocido, como revolución restauración.

Lo dicho hasta aquí no es un tema menor. Si nos atenemos a lo dicho en el primer párrafo porque son atendibles las críticas que cuestionan la validez del concepto por poderse aplicar solo a casos muy específicos. En efecto, si solo hay hegemonía en procesos similares a la revolución francesa o la bolchevique estamos frente a situaciones que son la excepción más que la regla.

Respecto a lo dicho en el segundo párrafo, separar a la hegemonía de los otros dos conceptos es volverlo estático. Ya que el binomio hegemonía – revolución pasiva responde al principio físico de la acción y la reacción.

Es por eso que en posteos anteriores habíamos hablado de un proceso de construcción de hegemonía y no de un proceso hegemónico. En este sentido, y si hablamos de un proceso de estas características debemos tener en cuenta cómo se va construyendo el proceso del lado de la reacción.

Además debemos interrogarnos no sólo acerca de los posibles escenarios que se abren después de octubre, sino llevar el análisis antes de la asunción de Néstor Kirchner en el 2003. Si bien es cierto que para poder hablar de uno de los sectores de la alianza que forma parte del oficialismo tenemos que llevar nuestra mirada a la constitución de los distintos movimientos sociales que vieron su nacimiento en los año del neo liberalismo de Menem y la Alianza y que tuvieron su punto culmine en diciembre de 2001, también tenemos centrar nuestra mirada en el congreso nacional del Partido Justicialista que permitió que varios listas fueran con el sello partidario para las elecciones de 2003.

Por un lado tenemos un actor, el movimiento piquetero y sus sucesivas metamorfosis, que se convierte en un grupo político que juega con peso propio en las alianzas que se dan desde ahí en adelante y, por el otro, comienza a aparecer un partido justicialista que luego de un no muy prolongado proceso de disputas internas, no se encolumna detrás de un presidente de la nación con su mismo signo ideológico. Lo mismo podría decirse de la CGT. Para el caso del movimiento obrero, podemos decir a grandes rasgos que en la argentina existen de hecho cuatro centrales sindicales. Dos oficialistas -Moyano/Yasky- y dos opositoras -Barrionuevo/Micheli-. Con la diferencia de que la alianza ideológica entre los dos primeros es posible y en el caso de los segundos no.

Por otra parte, estamos frente a un radicalismo que tiene cuadros en todos los sectores políticos -oficialistas y opositores- y que no logra presentar una estructura mínimamente unificada, más allá de los formalismos partidarios.

Obviamente que podría seguir desagregando las distintas alianzas -como por ejemplo las disputas internas hacia el interior de los grupos empresarios; la convergencia entre la juventud sindical y la juventud peronista históricamente enfrentados- pero, desde nuestra perspectiva, esto redundaría aún más en nuestra tesis central. Estamos frente a un proceso de construcción de una nueva hegemonía porque las fronteras de alianzas político ideológicas de antaño se desdibujan ante la configuración de un nuevo terreno político de disputa.

Este proceso nos lleva a interrogarnos sobre lo que sucederá más allá de octubre. Por caso, ¿cuál es la fuerza política que aparece como alternativa frente al bloque político que se está conformando desde el oficialismo? En otras palabras, frente a la parte mayoritaria del movimiento obrero organizado, los movimientos territoriales, una parte importante del partido justicialista, los organismos de DDHH, ciertos sectores del radicalismo y el socialismo, ¿qué es lo que hay? Sólo antikirchnerismo. Sólo fuerzas políticas dispersas que esperan llegar a segunda vuelta para poder votar a alguien que pueda echar a Cristina –podríamos pensar incluso que “en última instancia” apoyarían a Jorge Altamira.

¿Esto quiere decir que la reelección está asegurada? De ninguna manera. Sólo nos muestra que el proyecto político de la oposición es el de la restauración, el de la vuelta atrás.

Frente al escenario de la reelección de Cristina Fernández es donde hay que visualizar el proceso de construcción hegemónica aludido. Y esto no se define rápidamente, sino en cómo se van articulando las alianzas de cara al 2015. En esta dinámica se irán definiendo las marchas y contramarchas del proceso… Pero para eso todavía hay que esperar. 

Las razones por las que hoy Moyano es tapa de Clarín

5 comentarios

1)     Es el aliado más fuerte que tiene el gobierno.
2)     Está colaborando activamente con los delegados sindicales perseguidos por el diario.
3)     Está impulsando una alianza histórica entre la Juventud Sindical y la Juventud peronista perteneciente a los movimientos territoriales y políticos.
4)     Hoy salió en la tapa de otros diarios que la jueza Arroyo Salgado ordenó, por segunda vez, que se le extrajera sangre a los hijos de Noble.

Si ustedes me preguntan, yo creo que todas tienen un peso más que importante. De todas formas, y si nos atenemos sólo al día de hoy, Moyano en tapa sirve para disolver el efecto de la medida de la jueza.

Si bien yo sostengo que en política 2 + 2 no es 4, creo que en este caso está bastante cerca… Para el caso 3,98. Si quieren, las 2 centésimas que faltan se las podríamos atribuir, a gusto de los más paranoicos, a una opereta interna. De igual manera no hay que pisar el palito y seguir impulsando la alianza estratégica con el gobierno.

Porque a exhortos bizarros y berretas la justicia nos tiene más que acostumbrados, que haya entrado por chancillería, que es por lejos el ministerio más gorila que existe, no me sorprende y por lo tanto es obvio que no lo rechace –sino recordemos el quilombo con las supuestas coimas en Venezuela-. Después que la corte lo haya publicado en su portal… y sí compañeros, otra cueva de gorilas a la cual Piumato y la UEJN denuncian cada vez que pueden y cuando no pueden también.

En este sentido, tengamos a la vista los otros puntos que mencioné al principio. En primer lugar, por ser el aliado más fuerte es obvio que todos los opositores van a ir por el movimiento obrero y sus dirigentes. Además, y creo que esto es lo más importante, estamos logrando una confluencia histórica entre todos los sectores de la juventud vinculados ideológicamente al peronismo.

Porque, cuando hace muchos años terminaban con suerte a las trompadas, hoy nos encontramos están marchando juntos. No dividamos esto por favor. Además, dividir esto no es plantear rupturas superestructurales en donde los dirigentes de un lado se pelean con los del otro. Es dividir a los jóvenes en dos. Es poner contra la espada y la pared a aquellos que militan, por ejemplo, en agrupaciones universitarias y son activistas de su gremio en su espacio de trabajo.

Compañeros, no queremos que esto suceda. Es por eso que apoyamos a Hugo Moyano en su visión estratégica de impulsar alianzas perdurables y constructivas en el campo nacional y popular.

Intelectuales orgánicos sin partido

0 comentarios

Desde hace algún tiempo venimos insistiendo en este blog que muchos periodistas intervienen desde sus columnas como militantes políticos sin candidatos. Hoy, y luego de la victoria kirchnerista en Catamarca, consideramos más que oportuno profundizar aún más en esta línea de análisis.

Decíamos militantes sin partido no por lo obvio, es decir, la toma de posición por el anti kirchnerismo ortodoxo, sino por la exigencia hacia la oposición que dejaran de pelearse entre ellos y presentaran un candidato al cual estos periodistas pudieran impulsar desde sus artículos. Es claro que si la oferta opositora está dividida no es posible apoyar a todo el mundo. En este sentido, se conformaron con pegarle al gobierno sin poder presentar una alternativa.

Hoy por hoy, y si bien consideramos que esta idea todavía es pertinente, la victoria del FPV en Catamarca plantea un escenario que le otorga ciertos matices a la idea planteada. Estos cambios se deben, en primer lugar, a que las elecciones se presentan como la cristalización de algo que ya es imposible ocultar: la incapacidad de los candidatos de la oposición de presentarse con un discurso político coherente y con argumentos / propuestas. En segundo lugar, y relacionado con lo dicho recién, porque son los mismos periodistas que debido a la falta de ideas y militancia se deben convertir en los intelectuales orgánicos de un partido que no existe.

Es claro que si realizáramos un análisis de los escritos de Van der Kooy, Morales Solá, Blanck y Pagni en otros contextos políticos, encontraríamos bajadas de línea que podrían ser vinculadas a ciertos sectores del empresariado, es decir, con intereses económicos específicos que no necesariamente se relacionan automáticamente con políticos de carne y hueso. Pero, lo que está en juego aquí es otra cosa: son ellos mismos los que han “bajado al llano” para ponerle el cuerpo a la coyuntura pre electoral. Sino, vean las columnas de los tres primeros en donde se dan hasta el lujo de retar a la oposición por las cosas que están haciendo.

Esta posición, que obviamente ellos no eligen, los lleva a exponerse de una forma de la cual no hay vuelta atrás. No hay vuelta atrás porque cuando uno “baja al llano” se ensucia, y ensuciarse no es algo a lo que  estuvieran acostumbrados. En efecto, su profesión les permitía, detrás del lema de la objetividad y la independencia, ser esos espectros que asustan por el solo hecho del daño que pueden causar si se va en sentido opuesto a los intereses que ellos defienden. Recordemos ese postulado que rezaba: “nadie resiste más de tres tapas de Clarín en contra”.

Como para el caso del kirchnerismo esto se demostró falaz, y como la oposición no puede organizar ni una fiesta de 15, estos periodistas deben defender sus intereses con su propio cuerpo. Les falta solmamente postularse. Esto no es algo impensable, recordemos cuando Lilita le ofreció a Lanata la candidatura para Jefe de Gobierno de la CABA y este la desistió. Tal vez sea la oposición quien les rogaría que se presenten pero no ellos quienes tomen la iniciativa. Es claro que su límite es la supervivencia personal y su organicidad es la de su propio bolsillo.

Es por eso que más que apostar a primera vuelta, lo hacen a segunda. Es aquí donde el tipo de elección les va a garantizar la existencia de un candidato opositor y alguien a quien apoyar. En este caso ya no serían tan exigentes… A lo sumo podrían decir: “De todos los mamarrachos que hay queremos uno que por lo menos llegue a segunda vuelta”. 

Respuesta a Beatriz Sarlo

0 comentarios

En su columna del sábado 12 de marzo de 2011, titulada El cambio de una militancia a otra, la escritora argentina realiza un análisis de lo ocurrido en la cancha de Huracán con motivo del acto convocado por el Corriente Nacional de la Militancia, a la cual se acercaron una gran cantidad de agrupaciones externas e internas a este frente y en donde se estima que concurrieron cerca de 80000 personas.

Habría muchas cosas para discutir en el artículo, pero en esta ocasión quisiéramos referirnos solamente a la tesis central del mismo. Según las propias palabras de la autora: “A diferencia de aquellos actos de la historia, el de ayer no tuvo como protagonista a la "columna vertebral" formada por los sindicatos, sino a la nueva columna vertebral: la de las organizaciones sociales y juveniles. El cambio de una a otra militancia indica un cambio de época: del trabajador integrado al activista social que comenzó su camino en el barrio, con los subsidios y los planes.” 

Como puede apreciarse Beatriz Sarlo sostiene que el FPV ya no encuentra su sustento político en el movimiento obrero, sino en la militancia que responde a distintos movimientos sociales y agrupaciones de la juventud. Además, y si bien no lo dice explícitamente, la mención a los subsidios y los planes deja flotando el fantasma de clientelismo y por ende la ya típica lectura a las que nos tienen acostumbrados algunos periodistas argentinos. Pero vayamos por partes y tratemos de discutir los argumentos de la escritora.

Dice Beatriz Sarlo: “El 11 de marzo ha venido a ocupar un lugar vacío, ya que el 17 de octubre no estuvo en estos años entre los fastos de la nación peronista, probablemente porque, a lo largo de la historia, la fecha fue reivindicada por todos en el movimiento y es difícil reciclarla ya que, para hacerlo, también hay que reciclar a Perón. Por lo tanto, el 11 de marzo es la fecha indicada.”

Pregunto: ¿Y el acto del 17 de octubre de 2010 en la cancha de River? Acto al que concurrieron Cristina y Néstor Kirchner y en el que también se movilizó el Movimiento Evita. El acto del 26 julio organizado en conjunto entre los movimientos sociales y la CGT. De todas formas, no tratamos aquí de hacer un listado de las marchas y movilizaciones en donde ambas organizaciones concurrieron, sino de mostrar algunos indicadores que cuestionan la tesis del cambio de una militancia a otra. En realidad, estamos frente a un momento histórico en donde confluyen dos tipos de militancia que ocupaban, hace tiempo, veredas opuestas dentro de la militancia peronista.

Las presidencias de Néstor y Cristina, con la reinstauración de las paritarias y los convenios colectivos de trabajo, lograron devolverle a los sindicatos el rol político que se les había escamoteado en los 90. Además, con los programas sociales lograron consolidar formas de organización cooperativas en donde los movimientos sociales comenzaron a darles espacios de participación política y de reinserción laboral a muchos de los excluidos durante el decenio neoliberal. No está de más decir también que el contexto económico de crecimiento y desarrollo por el cual está transitando argentina posibilitó que miles y miles de desempleados volvieran a conseguir trabajo registrado.

Más adelante, refiriéndose a Cristina dice: “Delante de ella estaban el espacio reservado al periodismo y, en el medio, un centenar de militantes de la Juventud Sindical; fueron ellos quienes vieron más de cerca a la Presidenta. El peronismo nos ha acostumbrado a todas las sorpresas, incluso a las agradables. Antes, en los años 70, la Juventud Sindical, cuando no se tiroteaba, se agarraba a golpes con la militancia que hoy se celebra.

En este párrafo, y nobleza obliga, Beatriz Sarlo reconoce la alianza entre la CGT y los movimientos sociales. Lo que parece no reconocer, tal vez porque estaba de espaldas, que los militantes de la juventud sindical eran muchos más que un centenar. En efecto, una mitad de un de las populares de Huracán estaba ocupada por distintas organizaciones gremiales y sus respectivas corrientes de la juventud.

En definitiva, y pensándolo mejor, tal vez sea posible hablar en este contexto de un cambio de militancia por otra. Pero no en el sentido en que lo hace Beatriz Sarlo. En realidad es una militancia en donde no se construyen dicotomías, sino en donde aquellos que en los 70 marchaban por carriles separados hoy se encuentran para defender el modelo instaurado por este proceso político. Eso es tal vez lo que molesta a muchos opositores, y quieren negar tapando el sol con las manos.

Real politi(k) argentina

0 comentarios

La ingeniería electoral que se está practicando con miras a las elecciones presidenciales de octubre, merece aunque sea algunas líneas por parte de este modesto blog. Nos vamos a referir en este caso a la disputa por las colectoras en provincia de Buenos Aires ya que por su envergadura impactan tangencialmente en algunos distritos del país y condicionan, por lo tanto, algunas de las alianzas electorales que se dan hacia el interior del FPV.

En primer lugar, describamos el escenario tal cual lo vemos, y a su vez es construido, por lo medios y operadores políticos de las distintas facciones y corrientes. Por un lado, tenemos a Daniel Scioli con el apoyo de ciertos sectores del peronismo partidario y también movimientos sociales como puede ser el Movimiento Evita y, por el otro, a Martín Sabatella que cuenta con el apoyo de algunos intendentes oficialistas enfrentados con el gobernador de la provincia de Buenos Aires -es el caso del Barba Gutierrez-. Este último, también tendría buena llegada a cierto electorado de clase media urbana y progresista de la Capital Federal y de la Provincia de Buenos Aires.

En segundo lugar, según nos muestran los medios -desde Página 12 hasta Clarín y La Nación- habría una avanzada sobre el gobernador Scioli desde determinados sectores del gobierno, cercanos al principal dirigente del EDE, que lo golpean, principalmente, por su política de seguridad y su defensa del ministro Ricardo Casal. Los medios opositores amplifican esta disputa interna y colocan a la Presidenta como ya tomando partido por Sabatella. Por propiedad transitiva suponen que como ciertos sectores de la provincia de Buenos Aires apoyan a este último, tendrían el apoyo de Cristina. En definitiva, tenemos -aunque con objetivos distintos- a espacios oficialistas y opositores operando en oradar la relación entre la presidenta y el gobernador de la Provincia de Buenos Aires.

No estamos diciendo que la propiedad transitiva no funcione en política, lo que estamos diciendo es que para aceptar esto como cierto nos está faltando información. No conocemos cuál es el acuerdo existente, hoy poy hoy, entre Scioli y Cristina Fernández, también estamos perdiendo de vista algo básico que todos saben, incluido Scioli: si se hace política hay heridos. La presidenta no puede impedir que aquellos que la apoyan no se disputen internamente espacios de poder. Y además, los que están disputando saben que no pueden pedir, al menos públicamente, la intervención de Cristina para dirimir el conflicto. “Pasará pasará y el último quedará”.

Esto lo saben todos, pero todos buscan obtener rédito de aquello que ya se instaló: “Cristina prefiere a Sabatella”. Por suerte, Cristina prefiere, dentro de la estrategia electoral, lo que le garantice la continuidad del proyecto más allá del 2011. Y esto lo sabemos porque hay silencio y no hay dedo. “Hagan juego”.

Aquí es donde queda bien claro los objetivos de opositores y oficialistas en su intervención en la interna bonaerense. Mientras los primeros quieren un candidato a presidente buscando que Scioli saque los pies del plato, los últimos quieren construir una alternativa “progresista” al cacicazgo bonaerense.

De todas formas, esto que todos nos quieren vender como una novedad en el escenario político de la Provincia de Buenos Aires, es algo que viene ocurriendo desde hace ya unos cuantos años. De hecho, el mismo Barba Gutierrez entre otros, llegó a su cargo por una colectora. En este sentido, Martín Sabatella es hoy un nombre a partir del cual se intenta aglutinar un proceso político que tiene cierta autonomía relativa del proceso kirchnerista –no nos estamos refiriendo a una cuestión ideológica, sino a que existe más allá del kirchnerismo.

Ahora bien, para muestra de que esta autonomía sólo se expresa en la Provincia de Buenos Aires, y Martín Sabatella es nada que un nombre, analicemos qué sucedió en la Ciudad de Buenos Aires cuando el ex intendente de Morón presionó con una colectora si Filmus no era el candidato del FPV. Le dijeron, siguiendo con las metáforas asociadas al escolazo, “no va más”.

Entonces, cómo leer el silencio en la provincia de Buenos Aires. En primer lugar, tenemos que decir que en la CABA nunca se ganó y en Provincia se perdió en 2009. Además, hay tres candidatos del riñón que miden bien y no se necesita a un extra partidario bendiciendo a uno de los posibles candidatos oficialistas. Por el contrario, en provincia de Buenos Aires, Sabatella otorga un porcentaje de votos que es importante recuperar y que, por ahora, no pone en cuestión la victoria del oficialismo en este distrito electoral.

Como cualquier ingeniería, la electoral se rige por los números. Números que condicionan el armado de las alianzas. En este sentido, no tenemos que pensar a las mismas sólo extendidas a las candidaturas a presidente y gobernador, sino también en el espacio de los intendentes. En el primero de lo casos, la colectora de Sabatella sólo va a estar habilitada mientras no ponga en riesgo la victoria de las presidenciales y permita a los que lo apoyan ganar espacios de poder en el territorio bonaerense. En otras palabras, muchos de los que ven con buenos ojos hoy a las colectoras no apoyan al titular del EDE. Hacen su juego, no porque les disgusta la idea de otro mandato de Scioli, sino porque con otro candidato que no divide a nivel nacional, sino solo en el espacio provincial ganan poder.

Otro es el tema con los intendentes del conurbano que van con las colectoras. Si tomamos por caso al Barba Gutierrez, el escenario tiene un cariz particular. Quilmes no es un distrito caracterizado por reelegir jefes comunales y el candidato de Scioli obviamente no es el ex Secretario General de la UOM de esa seccional. De decir en diciembre que quería ser el vice de Scioli, hoy parece oscilar, de acuerdo a algunos medios, entre la vicegobernación con Sabatella, o presentarse como candidato a intendente por la lista de este último, sin pasar por la interna del peronismo que pareciera estar muy difícil para él.

Vayamos por partes, Gutierrez es miembro de la Corriente Nacional de la Militancia, de la cual forma parte el Movimiento Evita que a su vez tiene en uno de sus miembros al Secretario de Participación Ciudadana de la Provincia de Buenos Aires, que implica una importante estructura así como una clara alianza entre Scioli y la pata más fuerte de la corriente.
        
Con esto último queremos decir que, evidentemente ninguna estrategia política nacional se va a suicidar por que algunos intendentes políticos del conurbano están en contra de Scioli. Pero también y como contracara, tampoco hay que negar la posibilidad que la buena imagen de Sabatella nos de algunos votos para sumar en la elección. Sabiendo todos, obviamente, que lo que está en juego es ganar la elección nacional.

Es aquí donde también pueda entenderse por qué la posible candidatura de Sabatella ha hecho cierto eco en algunos espacios de la militancia y, también, entender un poco más el silencio de Cristina. Respecto de esto último, se está dando un escenario, y eso es lo que temen algunos intendentes y a lo mejor el propio Scioli, en donde ya no es que la presidenta suma votos porque va con un gobernador, sino que los candidatos suman votos porque van con Cristina. Entonces, ¿por qué esperar que Cristina bendiga si es su candidatura la que le suma a los otros y no al revés?

En este sentido, si es Cristina la que suma, es lógico que todos aquellos que estén disputando espacios de poder en territorio bonaerense, y consideran que no tuvieron el reconocimiento que se merecían por parte del sciolismo, empiecen a fogonear por abajo la figura de Sabatella.

Para cerrar, y referirnos un poco Sabatella, podríamos trazar una comparación con el affaire Vargas Llosa. Respecto de este último consideramos que se estaba dando por el chancho, más de lo que el chancho vale. Es por eso que nos preguntamos ¿cuánto vale Sabatella en la construcción política del FPV? Tengamos cuidado, no vaya a ser que el efecto simbólico de la derrota en provincia nos haga pensar que ese 5% que sacó el EDE sea la solución a todos nuestros problemas.

Gramsci, Vargas Llosa y la apertura en la Feria del Libro

0 comentarios
El debate en torno a la invitación a Vargas Llosa para realizar la apertura a la Feria del Libro de Buenos Aires abre la posibilidad de discutir algunos claro – oscuros que según mi opinión no fueron del todo agotados.
         En primer lugar, no estoy de acuerdo con que se le quiera impedir que hable. Que diga todo lo que quiera. Además, ya lo hace: dijo que Cristina es una “pobre intelectual” y otras barbaridades por el estilo. De todas formas, por el hecho de haberlo planteado se logró que la presidenta tomara posición y dejara bien claro que para ella nadie debía impedir que el escritor peruano hablara y se expresara de la forma en que él mejor lo considerara.
         Tal vez, y para cerrar este tema, pensemos en los posibles titulares de Clarín sobre el tema. Titular 1: Cristina no autorizó y prohibió que Vargas Llosa hablara en la conferencia inaugural de la Feria del Libro. Titular 2: Vargas Llosa se refirió a la Presidenta de la Nación como una populista recalcitrante. ¿Cuál es la diferencia? Por mi parte, teniendo en cuenta los índices de popularidad de Cristina, prefiero el segundo.
         En esta línea quería profundizar un poco el análisis. Creo que la derrota con la 125, así como también en las elecciones a diputados, dejaron una marca que todavía nos cuesta un poco superar. Nos pegaron de tantos lados, y nos rechazaron de formas tan fuertes, que en seguida nos ponemos a la defensiva. En muchos casos reaccionamos como si el escenario político no hubiera cambiado.
         Desde hace un tiempo, la agenda la empezamos a marcar nosotros y eso se nota en la forma en que los oligopolios mediáticos construyen las noticias. Tratan de operar en la interna, atacan a la juventud y ya no a Cristina. Pero creo que el indicador más claro de esto fueron las tapas de Clarín y La Nación el día posterior al discurso de la Presidenta en la apertura de las legislativas. El primero de los matutinos puso en tapa que Cristina dijo que todavía no es candidata y el segundo dedicó su titular una Crítica de esta última a los sindicatos.
         En este sentido, y si me permiten, quisiera realizar una lectura somera de la coyuntura política actual. En un post anterior, había traído a colación el concepto de hegemonía gramsciano. En él decía que si rastreábamos genealógicamente este concepto desde la perspectiva del pensador italiano, teníamos que retrotraernos a la experiencia de los consejos obreros en la Italia de los años 20. La pregunta que se hacía Gramsci era ¿por qué la clase obrera italiana no pudo construir una hegemonía en el proceso de lucha abierto? La respuesta que se daba era porque no había logrado poner de su lado al campesinado. En este sentido, la hegemonía consistía en una dimensión que suponía la construcción de un consenso entre el campesinado y la clase obrera y otra que impulsaba la lucha y la coacción contra la explotación capitalista.
         Si tratamos de pensar, con la ayuda de este concepto, lo que sucede hoy en la argentina tendríamos hacer una divisoria de aguas entre el clima político que se vivió durante el conflicto con las patronales agrarias y lo sucedido posteriormente. En primer lugar, habría que aclarar que si bien estamos lejos de un proceso hegemónico, se está avanzando hacia un escenario en donde ciertos actores invisibilizados durante el conflicto, hoy comienzan a reposicionarse de otra forma. En efecto, si nos referimos al sector agrario, la coacción que, con ayuda del “momoveneguismo”, la patronal realizó sobre los trabajadores rurales se empieza a desgajar con las investigaciones sobre trabajo esclavo en los campos argentinos, en donde ya es inocultable la complicidad de UATRE con la “Mesa de Enlace”. Análisis similares pueden hacerse sobre la juventud y su inserción en la militancia, en donde un sector que se encontraba en muchos aspectos como observador del proceso, hoy comienza a tener un rol más que activo en la dinámica política por la que estamos transitando.
         Párrafo aparte merece la Corriente Nacional del Sindicalismo Peronista (CNSP) que a partir de su apoyo a Boudou en Capital Federal está logrando que sectores históricamente reacios al peronismo comiencen a ver como una posibilidad votar el proyecto del FPV en la ciudad. Además, y nobleza obliga, cualquiera de los otros dos candidatos en la CABA están en carrera para disputar la jefatura de gobierno cosa impensada dos años atrás. En otras palabras, el oficialismo tiene tres posibles candidatos, con probabilidades fuertes en la ciudad.
         Algo similar está sucediendo en Santa Fe con Bielsa y Rossi, es decir, estamos en condiciones de sumar e integrar a una dinámica en donde el reposicionamiento político comienza a darnos una fuerza que hace dos años era ciencia ficción.
         En segundo lugar, y relacionado con esto, comienza a notarse la presencia de una dirección que no corre detrás de la coyuntura. No me estoy refiriendo a la dirección del proyecto, sino a dirigentes que conducen y organizan. Este tema es central para la construcción de una hegemonía. Cuando se conduce y no se va por detrás de las corrientes de opinión se está frente a la posibilidad de consolidar políticamente en proyecto nacional.
         Es por esto, y mucho más, que no le tenemos que tener miedo a las tapas de Clarín y La Nación el día posterior a que hable Vargas Llosa. La construcción política avanza y el proyecto nacional y popular se consolida cada día más.
           

Una reflexión…

0 comentarios
Hace un rato iba camino a mí trabajo y me topé con una gran manifestación cerca del congreso. La misma se debía a la apertura de las sesiones legislativas correspondientes a este año. Lo interesante del paisaje era ver mezclados a los granaderos con los militantes, los bombos y las pancartas.

En ese momento me di cuenta qué es lo que le molesta a la oposición: la gente movilizada en la calle en apoyo del gobierno. Esto se debe, básicamente, a que sus respectivas organizaciones políticas se construyeron virtualmente a fuerza de aparecer en los medios.

La Coalición Cívica, el ARI, el PRO, Unión Celeste y Blanco (Francisco de Narváez), etc., tienen formas de organización similar. Una figura que es la generalmente aparece por la tele, la radio y los diarios, una segunda línea de dirigentes y nada más. Están acostumbrados a las masas ausentes que los miran por la televisión y cuando aceptan a la gente en la calle es para montarse en protestas que ellos no organizaron pero que les sirven para sumar para su quintita.

Les dejo una imagen para tratar de ser un poco más claro en lo que estoy diciendo. Hace más o menos un año, mientras unos amigos canadienses visitaban la República Argentina, nos encontrábamos caminando por el centro de Buenos Aires. No recuerdo muy bien por qué pero había una movilización por la calle corrientes. En ese momento mi amigo me pregunta quiénes eran los que estaban en la calle. Yo le contesté: es una marcha en apoyo al gobierno. Él me miró asombrado y me dijo: ¿apoyan al gobierno? Y retrucó: Eso en Canadá no pasa.

En este sentido, este gobierno recuperó la militancia barrial, sindical y territorial como algo necesario para la construcción del país que queremos o, si se quiere, borró la línea divisoria de aguas entre la gestión estatal y la militancia política. Es por eso que muchos de los políticos opositores se muestran desconcertados frente a estos hechos y califican despectivamente como fascismo la gente en la calle en apoyo del gobierno.

De todas formas, y para no confundir, creo que es necesario retomar unas líneas de Mario Wainfeld en una de sus habituales columnas de Página 12. En ella decía que Jauretche estaba sufriendo, a manos de ciertos militantes del oficialismo, un recorte ideológico respecto de su pensamiento. Esa veta del texto jauretcheano sostenía que no teníamos que atacar “inútilmente las preocupaciones éticas y estéticas” de los sectores de clase media afines al peronismo. O también como en manos de algunos la doctrina nacional se había convertido en una de partido y la del partido en una personalista”.

Me estoy refiriendo a que si bien es saludable recuperar el espíritu militante en la gestión estatal, no es saludable trasladar esta misma épica y pasión al espacio privado de aquellos que no quieren vivirla con consignas de una época que ya no es. Aclaro que esto no significa dejar de manifestarnos y hacer política en las calles, las oficinas públicas y el lugar de trabajo, sino entender cómo funcionan hoy ciertos imaginarios de nuestra sociedad y por lo tanto ser un poco más vivos en nuestra forma de comunicar nuestro proyecto político. Por ejemplo: Reproducción hasta el cansancio de consignas que se vuelven vacías por el solo hecho de repetirlas sin sentido por dónde sea y cuando sea.  

En definitiva creo que llegamos hasta acá por lo que hicimos políticamente y no por repetir consignas como si fueran trompadas al vacío.