El discurso de Cristina

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Por dónde empezar… Tal vez por decir que Cristina, en el discurso de ayer, se posicionó como nunca en esa tradición vitalista del pensamiento y de la acción política. Esa tradición que coloca los límites de la intervención en lo que el cuerpo puede. Lo que puede su cuerpo, el cuerpo de la organización política que ella conduce, el cuerpo social que representa como primera mandataria.

Les dejó bien en claro a los que quisieran escuchar que en algunas coyunturas políticas ir más allá de lo que el cuerpo puede es fomentar la descomposición de la organización política y social alcanzada.

Así, hizo referencia a su propio cuerpo cuando sostuvo que “Yo no estoy muerta por volver a ser presidenta, muchachos. Yo ya di todo lo que tenía que dar, a mí no me van a correr. Quiero decirles que estoy haciendo un inmenso esfuerzo personal y hasta físico para seguir adelante; y en todo caso si hay algunos que creen que puede ser mejor otro modelo, que creen que tienen tanto poder para torcer voluntades para que este modelo sea desprestigiado, quiero decirles que conmigo no van a contar”

Se refirió al cuerpo de la organización política al decir “estoy cansada de los que dicen ayudar y vivan el nombre de Cristina y al otro día hacen exactamente todo lo contrario para que esto tenga problemas o se derrumbe”

Y se refirió al cuerpo social al manifestar "debemos comprender que un país no lo puede hacer solamente un Presidente o una Presidenta, se necesita de la responsabilidad y madurez sobre todo de aquellos que comparten este modelo".

En este sentido, y en el contexto de su discurso, es necesario comprender cabalmente qué quiso decir Cristina con su referencia a que no se muere por volver a ser presidenta. No se muere por volver a ser presidenta en un contexto en donde la organización política que ella conduce atenta contra la organización alcanzada por el cuerpo social. Por eso dice que de fortalecerse esa situación no cuenten con ella.

El discurso fue una actualización de aquella archiconocida frase de Perón primero la patria, después el movimiento y después los hombres. En efecto, cuando están primero los hombres sucede lo que Cristina dijo ayer: “Es bueno que se jueguen aunque sepan que por ahí no pueden ganar, porque hay algunos que si no van de ganadores no van, ésos no son políticos, son otra cosa”. Cuando está primero el movimiento el poder lo tienen las corporaciones como también lo manifestó la presidenta.

Pero cuando está primero la patria estamos como estamos ahora: Asignación universal por hijo extendida a las mujeres embarazadas, convenios colectivos y paritarias, crecimiento económico y desendeudamiento, aumento del empleo, etc. 

Néstor... El clamor del ser

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El 30 de abril de 2011, Daniel Rosso publicó una nota de opinión en el matutino Tiempo Argentina titulado Néstor: el hombre que no paraba de pensar. En ella sostiene que debido a la dinámica política instaurada por Kirchner, “la vieja derecha está obligada a pensar y no sólo a impugnar”.

En el mencionado escrito, Rosso sostiene que por primera vez el kirchnerismo es pensado desde afuera del propio movimiento. Así, Gonzalez y Feinmann -entre otros- son analizados por la pluma de Beatriz Sarlo y demás columnistas de los medios de circulación masiva. Esto se debe, según el columnista, a que los K conquistaron la opinión pública por lo cual ya no alcanza con impugnar sino que además hay que analizar.

Tal vez como un pequeño aporte a la nota presentada queremos hacer algunos comentarios en esta misma línea. Empecemos diciendo con Gilles Deleuze que el pensamiento se mueve cuando hay algo que lo obliga hacerlo… cuando hay una situación que lo violenta.

En este sentido, y luego de casi ocho años de gobierno, nadie puede dudar que Kirchner nos pusiera a todos a pensar. La diferencia es que para algunos eso nos llenó de alegría y a otros los entristeció. Pero para todos, sin lugar a dudas fue como una especie de patada en los dientes que nos sacó de cierto letargo y regodeo intelectual sobre cómo hacer la revolución en el café.

Para algunos de nosotros fue como un alimento que aumentó nuestra potencia política y organizó encuentros entre militantes dispersos y desconocidos. Para otros fue un veneno: los descompuso al punto de disgregarse de tal manera de no poder articular ningún tipo de idea ni acción.

La duda que surge es por qué algunos nos compuso y a otros los descompuso. Tal vez porque Kirchner se mezcla con amor y no con odio.