Palabras iniciales
Empecemos
diciendo que si bien es cierto que la campaña electoral tiene que transmitir y
potenciar los logros obtenidos por nuestra gestión, es cierto también que en
los diferentes territorios -provinciales y municipales- la traducción no es
automática y que deben por lo tanto construirse las mediaciones necesarias para
poder llegar a las porciones más amplias de la población en la que nos
encontremos insertos y militando.
Como
ya pudo verse en algunas secciones electorales, el apoyo mayoritario a la
presidenta no se cristaliza en votos a los candidatos que apoyan su gestión. Este
ejemplo que se refiere a los escenarios en donde nuestros candidatos compiten con
mayor desventaja -somos oposición- nos da un punto de partida interesante para
comenzar desenredar la trama compleja que supone una estrategia de comunicación
efectiva de nuestro proyecto en todos los escenarios con los que nos vamos a
enfrentar en las elecciones presidenciales de octubre.
En
primer lugar, pareciera, que si bien somos concientes de que hay que impulsar
nuestro proyecto en los distritos adversos no sabemos muy bien cómo transmitir
esas ideas en una campaña electoral. Generalmente hacemos campaña como si
nuestra condición de oficialismo a nivel nacional se tradujera mecánicamente a
las provincias y a los municipios en donde no necesariamente lo somos.
En
segundo lugar, y si bien criticamos las teorías liberales del homo economicus
maximizador de beneficios, nos enojamos con los votantes frente a los
resultados adversos y les adjudicamos irracionalidad y desconocimiento de la
información objetiva que les muestra claramente que nuestros candidatos son
aquellos que garantizan el bienestar general.
En
tercer lugar, y relacionado con el punto anterior, olvidamos que lo que rige el
contrato -el voto- de los ciudadanos a sus representantes no es la razón sino
el temor y la esperanza. En este sentido, nos convertimos en una suerte de
positivistas que creemos que la argumentación racional es transparente para
aquellos que nos escuchan y nos olvidamos que en términos discursivos no
necesariamente nuestras intenciones respecto de lo que queremos decir son
recibidas de una forma transparente por aquellos que nos escuchan.
Estos
tres puntos para decir que nuestra campaña electoral está relacionada con el
proyecto nacional pero, no es nuestro proyecto nacional. Es por eso que creemos
necesario construir cuatro escenarios posibles -la lectura puede complejizarse
aún más- que nos ayuden a pensar la estrategia electoral en cada uno de ellos.
Vale la pena aclarar que son tipos ideales que no necesariamente se dan así en
la realidad pero que pueden auxiliarnos a ver en dónde estamos parados en las
elecciones que se vienen.
Para
poder hacerlo construimos un cuadro de doble entrada que funciona como un
espacio de propiedades. Las dos entradas son la Situación frente al poder ejecutivo, es decir, si somos Oficialismo u Oposición y la otra puede ser la Imagen de la Presidenta desagregada en mayor o menor imagen.
Así,
la intersección entre las dimensiones de cada una de las variables nos
configuran un escenario a partir del cual pensar la campaña electoral. En el
caso del cuadro presentado serían cuatro:
a) Oficialismo y > Imagen = Total ventaja
b) Oposición y < Imagen = Total
desventaja
c) Oposición y > Imagen= Ventaja
Simbólica y Desventaja Material
d) Oficialismo y < Imagen = Ventaja
Material y Desventaja Simbólica
Cuando
hablamos de desventaja material nos referimos al hecho que no contamos con la
posibilidad de hacer campaña con la gestión realizada y cuando se hace mención
a la desventaja simbólica estamos aludiendo al hecho que el proyecto que la
presidenta representa no ha sido del todo internalizado en las representaciones
e imaginarios de los habitantes del lugar en donde nos encontramos militando.
Dicho esto, a partir de aquí intentaremos pensar las campañas en aquellos
espacios donde aparece algún tipo de desventaja.
Total desventaja
La
Ciudad Autónoma de Buenos Aires fue un claro escenario de total desventaja a
partir del cual pueden sacarse algunas enseñanzas para futuras elecciones en
territorios similares.
a) No nacionalizar la elección sino
municipalizarla. Esto no quiere decir que no se mencione el apoyo al proyecto
nacional, sino que debe hacerse hincapié, fundamentalmente, en aquello que la
población considera importante en su vida cotidiana y no en si se es el
verdadero representante de Cristina en el municipio.
b) Las políticas públicas asociadas a los
ciudadanos de bajos recursos son importantes pero no deben ser el eje de la
campaña en los lugares en donde, por ejemplo, la educación y salud pública no
son mayoritariamente utilizadas. Para estos casos, estas últimas deben estar
contenidas dentro de un concepto más amplio que las englobe.
c) Las críticas a la actual gestión deben
manifestarse indirectamente. No deben atacarse a las personas y a lo mal que
hacen las cosas sino que deben girar en torno a la percepción que los vecinos
del municipio tienen respecto a las cosas que harían mejor y más habitable el
barrio en donde viven.
Ventaja Simbólica y
Desventaja Material
En
estos espacios la pregunta qué debemos hacernos es cómo lograr que nuestra
ventaja simbólica pese más en los electores que los actos de gestión
materialmente realizados por nuestros contrincantes. Debemos guiarnos por
aquella máxima que guío muchos razonamientos de un gran pensador francés: “el
deseo ocupa el lugar de la falta”. En este sentido, el punto c) del escenario
de Total desventaja debe ser un eje a
partir del cual debemos estructurar nuestro discurso de campaña.
Ventaja Material y
Desventaja Simbólica
En
estos casos, nuestro eje de campaña debe girar en torno a cómo lo que nosotros
realizamos como gestión es aquello que representa lo deseado e impulsará lo que
todavía falta. Como gestión sabemos lo que hicimos pero, no necesariamente
sabemos lo que falta. Al igual que en el caso anterior, lo que falta se expresa
en los deseos y anhelos de los vecinos y nuestra tarea militante es retraducir
dentro de nuestro proyecto aquello que es expresado por aquellos que buscamos
representar.
En
otras palabras, tenemos que re – presentarles (entendido como volver a
presentarles) aquello que es deseado por ellos pero mediado por nuestra propia
estructura ideológica. En las clases medias estos deseos giran en torno a
cierta percepción de la degradación del espacio público y en la perdida del
esplendor de lo que fue antiguamente el barrio.
Palabras finales
Lo
dicho hasta aquí intentó ser un aporte para la discusión acerca de cómo podemos
hacer mejores campañas y obviamente se refiere a un modelo ideal que deja
afuera ciertas cuestiones. Por ejemplo, la propia ingeniería electoral que
muchas veces complejiza y dificulta las campañas a partir de la forma en que se
tejen las alianzas. Este es un tema a analizar en cada caso en particular.