El
30 de abril de 2011, Daniel Rosso publicó una nota de opinión en el matutino
Tiempo Argentina titulado Néstor: el
hombre que no paraba de pensar. En ella sostiene que debido a la dinámica
política instaurada por Kirchner, “la vieja
derecha está obligada a pensar y no sólo a impugnar”.
En el mencionado escrito, Rosso sostiene
que por primera vez el kirchnerismo es pensado desde afuera del propio
movimiento. Así, Gonzalez y Feinmann -entre otros- son analizados por la pluma
de Beatriz Sarlo y demás columnistas de los medios de circulación masiva. Esto
se debe, según el columnista, a que los K conquistaron la opinión pública por
lo cual ya no alcanza con impugnar sino que además hay que analizar.
Tal vez como un pequeño aporte a la nota
presentada queremos hacer algunos comentarios en esta misma línea. Empecemos
diciendo con Gilles Deleuze que el pensamiento se mueve cuando hay algo que lo
obliga hacerlo… cuando hay una situación que lo violenta.
En este sentido, y luego de casi ocho
años de gobierno, nadie puede dudar que Kirchner nos pusiera a todos a pensar.
La diferencia es que para algunos eso nos llenó de alegría y a otros los
entristeció. Pero para todos, sin lugar a dudas fue como una especie de patada
en los dientes que nos sacó de cierto letargo y regodeo intelectual sobre cómo
hacer la revolución en el café.
Para algunos de nosotros fue como un
alimento que aumentó nuestra potencia política y organizó encuentros entre
militantes dispersos y desconocidos. Para otros fue un veneno: los descompuso
al punto de disgregarse de tal manera de no poder articular ningún tipo de idea
ni acción.
La duda que surge es por qué algunos nos
compuso y a otros los descompuso. Tal vez porque Kirchner se mezcla con amor y
no con odio.
"Néstor... El clamor del ser"
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