Estamos un poco cansados de
escuchar que el gobierno está anclado en el pasado debido a
su odio setentista. En realidad, el gobierno conoce el pasado y la historia
argentina. Eso es lo que molesta… pero claro, los intereses de aquellos que lo
atacan no le permiten reconocerlo.
Decía Rodolfo Walsh en su Carta
Abierta a la Junta Militar, luego de haber descrito las torturas,
persecuciones, desapariciones y asesinatos cometidas por esta última: “Estos
hechos, que sacuden la conciencia del mundo civilizado, no son sin embargo los
que mayores sufrimientos han traído al pueblo argentino ni las peores
violaciones de los derechos humanos en que ustedes incurren. En la política
económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes
sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria
planificada.”
Y seguía: “En un año han
reducido ustedes el salario real de los trabajadores al 40%, disminuido su
participación en el ingreso nacional al 30%, elevado de 6 a 18 horas la jornada
de labor que necesita un obrero para pagar la canasta familiar, resucitando así
formas de trabajo forzado que no persisten ni en los últimos reductos
coloniales.
Congelando salarios a culatazos
mientras los precios suben en las puntas de las bayonetas, aboliendo toda forma
de reclamación colectiva, prohibiendo asambleas y comisiones internas,
alargando horarios, elevando la desocupación al récord del 9% prometiendo aumentarla con 300.000
nuevos despidos, han retrotraído las relaciones de producción a los comienzos
de la era industrial, y cuando los trabajadores han querido protestar los han
calificados de subversivos, secuestrando cuerpos enteros de delegados que en
algunos casos aparecieron muertos, y en otros no aparecieron.”
La caracterización hecha por el
periodista argentino, tiene otra cara oculta. Esta es la preferencia de los
dictadores por la valorización financiera del capital por sobre la productiva.
Sobre este punto nos vamos detener. No será luego difícil entender por qué
decimos que el actual gobierno conoce a la historia más que estar atrapado por
ella.
Aunque discursivamente se ubico en un punto intermedio entre el
distribucionismo y el crecimiento, criticando la sobre – expansión del Estado y
afirmando que este solo debe intervenir en los lugares a los cuales al
sector privado no le interesa ingresar, luego de la reforma financiera
de 1977 (ya que el primer año en términos económicos no guarda mayores
diferencias con los gobiernos anteriores) es cuando puede verse cuál era el
verdadero proyecto económico de la dictadura.
Con la reforma financiera de 1977 se promueve la libre creación de
entidades financieras, la libre contratación de las tasas entre estas últimas y
el público, la libre asignación de créditos, la libertad en el plazo de
contratación -que no podía ser menor de siete días. La palabra “libre” estaría
poniendo sobre el tapete la aparente filiación liberal ortodoxa de esta ley.
Pero, como se verá, tiene también algunos otros puntos que hacen dudar de esta caracterización.
En efecto, aparece en el proyecto lo que el gobierno llama la “cuenta de
regulación monetaria” que se trataba básicamente de un sistema de premios y
castigos en donde se recompensaba a las entidades que pagaban los intereses más
altos. Este “galardón” consistía en un subsidio que era obtenido de las multas
que se cobraban a las entidades que no lo hacían. En un primer momento este
sistema funcionó, pero a medida que fue pasando el tiempo todas las financieras
pagaban jugosos intereses por lo cual el Estado termino subsidiando a todas
generando (lo que se conoce en la literatura sobre el tema) un déficit “cuasi –
fiscal” que era un déficit en el banco central.
Además, garantizaba por parte del Estado el 100% de los depósitos para
todas las entidades financieras, eliminando en el sector público la inversión
por confianza en la entidad y estableciendo una competencia solo por el nivel
de la tasa de interés. Por último eliminaba la auditoría estatal a todas las
instituciones e impone una privada.
Habría que agregar por último, dos cuestiones de suma importancia. La
primera es el hecho que la ley preveía también la conexión del mercado local y
el mercado internacional mediante la libre circulación de capitales, es decir,
las divisas podían entrar y salir libremente de la Argentina. La segunda es el
contexto externo que se venia desarrollando.
La crisis del petróleo (1973) se origina cuando los miembros de la OPEP aumentan el precio del
crudo generando una transferencia de ingresos desde los países industrializados
a los petroleros. Los excedentes obtenidos son a su vez transferidos a la banca
de los países centrales, cristalizándose en forma de créditos internacionales.
Acá se manifiesta claramente como Martínez de Hoz arma las reservas que mantienen
su plan (que en ultima instancia significa la valorización financiera del
capital) con el crecimiento de la deuda externa argentina, estableciendo una de
las principales diferencias en materia económica con los gobiernos anteriores.
La crisis externa argentina ya no va a estar mas volcada a la balanza comercial
-el archi conocido Stop and go-, sino
a la cuenta de capital. Este tipo de déficit va a ser mucho mayor que el
primero y además cualitativamente distinto. Ya no van a existir recetas para
apalear la crisis –devaluación-, sino que ahora para terminar con el problema
hay que pagar la deuda.
En una primera etapa el primero que se endeudó fue el sector privado. El
mismo fue utilizando las divisas tomadas primero para la compra de empresas,
luego para la inversión industrial y por ultimo (y por eso no menos importante)
para la inversión financiera. Este proceso lleva a una re - estructuración
regresiva y heterogénea de la industria que impide la expansión del sector
industrial como había sucedido en años anteriores.
Esto se debe a que las empresas más grandes crecen a expensas de las
más chicas. Sin olvidar además el circulo vicioso que se articula en torno a la
especulación. Lo explicaremos brevemente: si existía una competencia entre las
entidades financieras para ver quién pagaba los intereses más altos, esto
quiere decir que los que tomaban crédito lo hacían a tasas altísimas. Esto básicamente
tiene dos consecuencias. Una es que los créditos se irían convirtiendo en
impagables y otra es que obviamente se iba a privilegiar la inversión
especulativa por sobre la industrial. Cuestión que se ve claramente en el
estancamiento económico de este periodo respecto de los anteriores y en la
caída del PBI de un 20% durante la segunda fase de la industrialización por
sustitución de importaciones, a un 13% durante la dictadura.
La “casita de naipes” que era la economía argentina va a recibir
además un golpe demoledor ante el cambio de administración en EEUU. Cuando
asume Ronald Reagan a la presidencia, y debido a una necesidad interna, EEUU
sube las tasas de intereses lo que hace explotar a las externas que se
mantenían flotantes.
Este es el caso argentino y el de la gran mayoría de los países, sino
todos. Debido a este tema, a la idea de que había un retraso en el tipo de cambio
-lo que lleva a la gente a comprar dólares-, y al hecho de que comenzaron a
despertarse las expectativas inflacionarias, surge una corrida cambiaria que
llevará al Estado a hacerse cargo (endeudándose) de los depósitos reclamados. Cuando
esto sucede Martínez de Hoz ya no estaba más al frente del ministerio de
economía ya que había sido reemplazado por Lorenzo Sigaut. Durante este periodo
comienzan a realizarse devaluaciones espontáneas y comienzan a caer los
salarios medidos en U$S. Este proceso termina en cierta forma en el interregno
de Dagnino Pastore (ministro de economía) y Domingo Felipe Cavallo (presidente
del Banco Central) cuando avanzan en la
estatización de la deuda privada al intervenir el sistema financiero y cuando
el banco central toma a su cargo los pasivos y los activos de las entidades
(mas conocido como licuación de los pasivos).
Vayamos a la actualidad, una
mejora en la distribución del ingreso en donde
la participación de los salarios pasó del 34,6% al 41,3%. Una política de creación de empleo mediante políticas
activas que disminuyó la tasa de desempleo del 18 al 8%. Un límite a los capitales golondrinas que
puso un encaje del 30% por un año a los capitales que no ingresen para fines
productivos. La renegociación de la deuda
externa con una quita del 70%. El incremento del poder adquisitivo de los salarios que en diciembre de 2011
será de $1800 además de una suba de las jubilaciones mínimas del 600% supone un
gobierno que conoce los derroteros de la historia argentina ya que no quiere
que esta adquiera la repetición por vía de la farsa como alguna vez sucedió.
CONTINUARÁ…
"Basta de boludeo"
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