Basta de boludeo III

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Seguimos analizando el período menemista… seguimos con el basta de boludeo.

Preguntarnos sobre los ganadores durante el proceso que estamos analizando, no es solamente describir su comportamiento durante el gobierno de Menem, y/o cómo estaban compuestas las distintas fracciones hacia el interior de la misma elite empresarial, sino que es además, y principalmente, ver cuáles fueron las condiciones de posibilidad para que los sectores dominantes en Argentina se convirtieran en lo que hoy son.

Una de las principales diferencias de la etapa a la que estamos haciendo referencia con el período de la industrialización por sustitución de importaciones, es la dinámica regresiva que cobró la redistribución del ingreso, así como también, la concentración de este último dentro de un pequeño sector empresarial. La concentración del ingreso encuentra sus causas en dos cuestiones de suma importancia. Una de ellas ya fue mencionada en el post anterior: el acceso al crédito. Nos estamos refiriendo específicamente al externo, es decir, financiarse en el exterior donde las tasas son mas bajas. Esta posibilidad no es plausible de ser conseguida por “todo el  mundo”, sino que más bien se halla restringida a un selecto grupo de personas y/o empresas (por lo menos en el caso argentino).

Poder endeudarse a tasas accesibles tiene dos ventajas muy importantes si se piensa en el caso argentino de los noventa. Una es la valorización financiera del capital, la vieja y conocida “bicicleta” que hizo su aparición estelar a partir de la “Ley de reforma financiera” durante el periodo Martínez de Hoz y que luego durante el gobierno menemista, gracias a cuestiones externas e internas (baja de tasas en EEUU, suba de tasas internas en Argentina mas apertura económica), pudo ser recreada.

En la dictadura militar la estatización de la deuda y la licuación de los pasivos benefició a empresas fuertemente endeudadas como el grupo Macri, Pérez Companc, Fortabat (Loma Negra), etc, que se vieron sumamente favorecidas ya que dispusieron de una masa de recursos líquidos frutos de la circunstancia de que ya no tenían que pagar mas la deuda, y/o, los montos que tenían que abonarle al Estado argentino por haberse hecho cargo eran irrisorios.

En otras palabras se materializa el circulo al que hace mención Eduardo Basualdo: DEUDA – VALORIZACION – FUGA. La deuda privada, que antes de ser estatizada fue valorizada por el sector privado dentro del sistema financiero interno (gracias a la diferencia entre tasa de interés interna y externa), luego de ser estatizada es fugada al exterior como activos líquidos del sector privado, ya que el Estado argentino se hizo cargo de su deuda.

Volviendo al tema de la concentración del capital en los noventa, otra de las cuestiones que la favoreció fue el llamado a licitación por la privatización de las empresas públicas gracias a la “ley de reforma del Estado”. Ya hicimos referencia a la capitalización de la deuda que se hizo en las privatizaciones en Argentina. Convendría entonces, profundizar un poco más sobre este tema. Una de las cláusulas de los pliegos licitatorios, era que los interesados tuvieran en su poder títulos de deuda publica, que serian tomados como forma de pago a su valor nominal. En eso consistía básicamente la capitalización de deuda, es decir, títulos de deuda argentina que en el mercado financiero eran vendidos muy por debajo de su valor nominal (en algunos casos se hablaba de un 20%), eran aceptados por el gobierno al valor que figuraba en él. Así se conformaban entonces consorcios asociados (en terminología de Basualdo), que estaban constituidos por bancos que eran tenedores de títulos de deuda publica, las empresas internacionales que eran las que se especializaban en el sector en el que la empresa publica estaba inserta (por ejemplo para ENTEL, Telecom y Telefónica), y además un grupo local que vendría a hacer las veces de “pata nacional”, que además conocía profundamente los mecanismos de “lobby” con que se maneja el Estado argentino.

El Estado argentino, estaba pagando deuda mediante la capitalización de la misma a los acreedores internacionales, y además le daba la posibilidad a los grupos locales de participar dentro de las empresas privatizadas en compensación de la pérdida de las ganancias extraordinarias que recibían estos de las empresas públicas cuando eran sus clientes. El negocio de las privatizaciones era una negocio redondo, no solo porque permitía a los que se hacían cargo de las empresas tener una clientela cautiva en condiciones monopólicas, sino que además recibieron un plus extra mediante un decreto de necesidad y urgencia que contradecía a la “Ley de convertibilidad”, permitiéndole a las privatizadas indexar las tarifas de acuerdo a la inflación estadounidense. Se calcula que gracias a esta medida las empresas de servicios públicos (ahora privadas) recibieron una transferencia de ingresos desde la población por 9000 millones de dólares.

La concentración en la economía argentina, se hace mucho mas profunda luego de la crisis mexicana. En este escenario es cuando comienzan a verse hacia el interior del gobierno las primeras disidencias. La discusión del ministro de economía Domingo Cavallo y el entonces presidente del BCRA Roque Fernández fueron delineando las posiciones que iba a tomar el gobierno de ahí en adelante. La propuesta del presidente del Banco Central era concentrar el sistema bancario, cerrar los bancos que no fueran solventes, subir los encajes, así como una serie de medidas suponían elevar los patrimonios de los bancos. La idea era tener un sistema bancario fuerte, que ante una nueva crisis como la del tequila pudiera atemperar el embate. Cavallo estaba en contra de esta medida, ya que consideraba desde una perspectiva mas pragmática, que si se le subían los encajes a los bancos, el Estado iba a disponer de menos divisas (en termino de endeudamiento); piedra de toque para el sostenimiento de la convertibilidad. La discusión termina cerrando a favor de Roque Fernández, y el proceso de concentración bancaria comienza a efectivizarse.

Luego del llamado efecto tequila el esquema de los sectores dominantes en Argentina se empieza a reestructurar no solo en el ámbito bancario. Los capitales locales venden sus activos en las empresas privatizadas lo que profundiza aun más la extranjerizacion de la economía que ya mencionamos.  Entre 1994 y 1998 es cuando más claramente este desplazamiento. Yendo a los datos podemos ver que en 1994 el 65,5% de las empresas estaban en posesión de capitales nacionales y solo el 34,5% se encontraban en manos de extranjeros, hacia 1998 los números se revierten proporcionalmente.

De todas formas, el gran capital “nacional” no se desprende de todos sus activos. Tiende a conservar  los que están relacionados con la industria agroalimentaria, que en términos de ventas tanto dentro del mercado interno como el externo, son los que más rentabilidad tenían en el total de la industria argentina.

Este es el proceso que algunos autores denominan primarizacion de la industria o simplificación productiva. Este sector es el que logra tecnificarse, aumentar su productividad y transformarse competitivamente de cara al mercado externo. La pregunta es entonces ¿Por qué se desprende de los activos de las empresas públicas? Dos respuestas pueden ser esgrimidas frente a este interrogante. Una es la lógica “cortoplacista” con que se viene manejando la gran burguesía argentina del 76 hasta esta parte. Otra, es que hallan avizorado que la convertibilidad no era sostenible durante mucho mas tiempo (estamos hablando después de la crisis mejicana) entonces era mejor vender ahora que se obtenía un buen precio y girar los fondos al exterior. Nosotros, mas allá que no descartamos la primera opción, nos inclinamos mas hacia la segunda.

Las solapadas menciones que comienza a hacer Roberto Rocca -presidente de Techint- en 1988 acerca de la necesidad de salir de la convertibilidad nos dan una pista acerca del por qué de la respuesta para la pregunta anterior. Todos ellos apoyaban un proyecto que cerraba en forma redonda a los intereses de una gran burguesía “nacional” que tenia activos líquidos en el extranjero (obviamente dolarizados) gracias entre otras cosas a la estatización de la deuda, licuación de los pasivos de 1976 y en este ultimo periodo debido a las ventas de sus participaciones en las privatizadas; y por otro lado hacia el interior del país empresas exportadoras muy rentables que se verían sumamente favorecidas con una devaluación del tipo de cambio.

No está de más decir que el Grupo Techint, junto con el monopolio Clarín, son los sectores empresarios que más se oponen al gobierno.

Continuará…
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