Me
tomo el atrevimiento de parafrasear a Sartre para puntear algunas ideas sobre
el momento político actual. Verán cierta veta existencialista en mis palabras
porque me cansé un poco del frío estructuralismo con el que venía desarrollando
mis posts anteriores.
La
temporalidad de nuestra existencia se define por nuestra relación con el
pasado, el presente y el futuro. Sin pasado no sabemos quiénes somos, sin
presente no tenemos un punto de referencia a partir del cual movernos y sin
futuro no sabemos a dónde vamos. Esos mojones que nos impulsan vitalmente en
algún momento se nos pueden presentar como trabas y limitaciones. Reconocer
esas limitaciones además de ver la potencialidad que yace en nuestro devenir es
lo que nos hace humanos.
En
consonancia con lo dicho podemos decir además que la imagen de aquello que
podemos proyectar es lo que va configurando nuestro presente para poder
lograrlo. Nuestras acciones cotidianas se constituyen a partir de esa imagen
porque lo que buscamos es realizarla.
Esta imagen del sujeto que estoy
planteando debe ser pensada colectivamente si lo que queremos es reflexionar
políticamente. El sujeto verdadero en este caso es el sujeto colectivo, el
grupo humano. Políticamente hablando el sujeto válido es el que se constituye en
grupo.
Entonces,
ese proyecto en general del que estoy hablando acá es el que llamamos
políticamente nacional y popular. La concreción de este último es nuestra
imagen del futuro y es el que configura nuestras acciones. Pero todo esto es
posible porque sabemos quiénes somos y de dónde venimos.
Esta
imagen nos permite construir y aliarnos con actores políticos históricamente
enfrentados y seguir profundizando el proceso. El ejemplo más claro es la
juventud sindical con la juventud peronista y los sindicatos con los
movimientos sociales. Entendemos que las divisiones anteriores fueron las que
entre otras cosas nos llevaron al fracaso.
En
efecto, los sectores sindicales comprobaron en carne propia que el proyecto
económico lanzado por la última dictadura militar fue continuado por el
menemismo y llevó a la quiebra a gran parte del sector productivo local y, por
lo tanto, al aumento de la desocupación y la pobreza. También la persecución,
la cárcel y la desaparición
Los
movimientos sociales ven que frente al clima de desolación de los 90’s hoy
muchos de sus militantes se reinsertan laboralmente y se vinculan con sus
gremios. Muchos otros, desde las cooperativas y emprendimientos impulsados
pueden trabajar colectivamente.
Como
vemos se tejen puentes y se profundiza en un proyecto de inclusión social que
sabe hacia donde no quiere volver y por supuesto hacia donde quiere ir. Es un
proyecto profundamente humano porque buscamos realizarnos en todas las
dimensiones posibles y porque entiende que es necesario hacerlo a partir de la
política y del compromiso.
Si
sólo nos atuviéramos al tiempo transcurrido desde el 2003 veremos ocho años se
viene construyendo organización popular articulada con un estado que responde a
las necesidades y reivindicaciones históricas del campo nacional y popular. Si
lo vemos desde más largo plazo tendríamos que contar por lo menos desde 1973
para los más “jóvenes” y desde 1955 para aquellos que vivieron con dolor el
golpe de la fusiladora diversos sectores de la militancia vienen trabajando por
el momento que hoy vivimos.
Esto
falta en la oposición; un proyecto. No quiero que se piense que caigo en el
lugar común de la crítica vacía. No tienen proyecto porque rechazan a la
historia como una fuente de experiencias y haciendo caso omiso de ese pasado
que constituyó sus identidades tratan de aliarse para derrotar al gobierno con
aquellos que su pasado es muerte, persecución y desempleo. Esa oposición perdió
el rumbo porque perdió la historia.
"El kirchnerismo es un humanismo"
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