Nacidos de un repollo. Ciencia, periodismo y justicia.

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¿Por qué hablar críticamente sobre la justicia y el Poder Judicial es, para algunos, hablar contra la democracia? ¿Por qué humanizar a los jueces y presentarlos con intereses políticos, como los de cualquier otro mortal, es tomado como una afrenta contra el credo republicano y liberal?

El problema planteado no es exclusividad de los jueces y del Poder Judicial, con las peculiaridades propias de cada caso también se plantea para la ciencia y el periodismo. En el caso de la primera, este se planteó al momento en que comenzó a construirse más seriamente una historia de la ciencia. Es así que muchos sostenían que la historia de la física la tenían que escribir los físicos, la de la química los químicos y así sucesivamente. El argumento giraba en torno al hecho de que nadie sabía más sobre la propia disciplina que aquellos que la practicaban. Es así que cuando sociólogos y filósofos comenzaron a indagar sobre la práctica científica y comenzaron mostrar las creencias y prácticas que sostienen muchos científicos, y que se distancian mucho de lo que dicen que hacen, fueron tildados rápidamente de estar en contra del desarrollo de la ciencia, o de oscurantistas y epítetos por el estilo.

Lo mismo ocurre con el periodismo, reconstruir críticamente las formas en que se construyen las noticias, identificar los intereses que defienden y las ambigüedades de sus dichos es estar en contra de la libertad de expresión. Por ejemplo, si alguno quisiera analizar críticamente la frase de Eduardo Van der Kooy, publicada en el Clarín del 17/10/2010, en donde se refiere al ministro de Economía Amado Boudou: “Pero donde aparece arma líos y conflictos. El matrimonio no lo despide por su empeño para guerrear con los medios de comunicación.” Rápidamente puede ser tildado de defensor K, o de ultrakirchnerista. Pero, tal vez, lo único que uno quería preguntarse es de dónde sacó que al ministro no lo rajan por el motivo que el periodista expresa. Además, si se lee con atención la nota citada no se desprende de ninguno de los hechos presentados por Van der Kooy tal afirmación.

Con respecto a la justicia pasa algo parecido. Tal vez el ejemplo más claro de esto se exprese en su posición respecto a la existencia de un convenio colectivo para los trabajadores del poder judicial. Sostienen que en la justicia no puede haber paritarias porque eso implicaría que el Poder Ejecutivo interfiera en el Poder Judicial, lo que atentaría contra la independencia de poderes. De hecho, aún hoy, algunos tratadistas administrativos sostienen que no tendría que haber actividad gremial en el poder judicial.

Recapitulando: ¿cuál es el hilo conductor de estos tres argumentos? El argumento de que todas estas instituciones tienen la potestad de juzgarse a ellas mismas. Que habría una esencia que les garantizaría ser objetivas por naturaleza y, que esta objetividad garantiza, por sí misma, la independencia de cualquier interés político.

Ahora bien, la independencia nunca es total. En este sentido, cuando se manifiesta que la justicia es independiente del Poder Ejecutivo, o que el periodismo es independiente del gobierno, no tenemos que dejar de preguntarnos de quién depende y dependió.

De todas formas, debemos saber que frente a preguntas de este tipo vamos a experimentar al otro hilo conductor de los casos planteados. A saber: la defensa corporativa, el abroquelamiento. Pero justamente, esa reacción es ya un indicador de las alianzas existentes entre los poderosos en argentina.
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