El 21 y 22 de noviembre desde Clarín y La Nación hubo ciertas coincidencias en la línea editorial. Tal vez, el que lo expresó de manera más contundente fue Julio Blanck cuando dijo: “mientras tanto, los que se desgañitan en un antikirchnerismo cerrado y cerril, como si nada hubiera pasado, se están equivocando feo.” Por su parte, Eduardo Van Der Kooy afirma que, en líneas generales, existiría una victimización por parte del gobierno que lo posiciona mejor frente al estallido opositor. Pagni, por su parte, expresa que el gobierno estaría dispuesto a reflotar una serie de acuerdos con el sector empresario que encontrarían su principal dificultad en la figura del Secretario General de la CGT Hugo Moyano.
Todas estas reflexiones se disparan a partir de lo sucedido en diputados durante el debate del presupuesto pero también están profundamente ancladas en el escenario político abierto luego del fallecimiento del ex presidente Néstor Kirchner. En este sentido, es posible leer entrelíneas cierto pase de factura a la oposición por su incapacidad de elaborar una estrategia política que pueda articular e impulsar una agenda de acuerdos básica.
En efecto, de la reunión en la casa de Magnetto en donde se le pedía a la oposición que ungieran a uno de ellos para que el multi - medios dejara de alabar a todos y comenzara a posicionar a uno como el candidato a las presidenciales del 2011, se paso a un escenario del tipo “colonia de vacaciones” en donde el profesor a los gritos trata de que los chicos se callen y dejen de dispersarse para poder subirlos al micro.
En este contexto, los editorialistas mencionados comienzan al unísono a configurar al nuevo enemigo público número uno: Hugo Moyano. Pagni es el más profundiza esta línea de argumentación sosteniendo que habría una especie de acuerdo entre ciertos sectores del gobierno -De Vido y compañía- y la UIA para dejarlo solo con su proyecto de participación en las ganancias. De todas formas, y unos párrafos más adelante, el periodista mencionado dice que personas de confianza del Ministro de Planificación censuraron las partes del discurso de Méndez en la conferencia industrial en donde se refería al proyecto de ley del diputado Recalde. Además, los tres editorialistas coinciden en que el gobierno está dejando solo al Secretario General de la CGT en la causa por los medicamentos truchos.
De esta forma, muestran un Moyano “crispado” que utilizaría todas sus iniciativas políticas como una mera forma de presión para que el gobierno mueva influencias y cajonee las causas por las que está siendo investigado. Y un gobierno que busca despegarse de la CGT pero no sabe cómo.
¿Cuál es la moraleja de todo esto? Podríamos apropiarnos de una frase muchas veces utilizada por estos editorialistas para referirse a la estructura política del kirchnerismo. “No pueden controlar a la propia tropa” y empiezan a buscar alternativas para sus operaciones mediáticas. Así inventan problemas diplomáticos con Brasil que luego son desmentidos por el Palacio del Planalto, hacen oídos sordos a las declaraciones de la Presidenta de la Nación cuando sostiene que ella no le exigió nada a Moyano, y que le haya dicho a los industriales en su propia casa que “vía aumentos de precios o a través de salarios degradados no se podrá aumentar la rentabilidad empresaria.”
Ahora bien, ¿por qué no pueden controlar a la tropa? En primer lugar, porque nunca lo fueron. En segundo lugar, por que son dirigentes que pasaron gran parte de su vida haciendo política de forma virtual y no territorial. Aquellos que tienen cierta inserción territorial, como puede ser el “Peronismo” federal se encuentran divididos y los que siguen en su anti kirchnerismo acérrimo transitan un profundo descrédito en la militancia y en la ciudadanía en general. En tercer lugar, porque aquello que los unía -su odio visceral a Kirchner- ya no tiene sustento material. Y, por último, porque no saben lo que quieren más allá de oponerse.
De aquí se entiende que en un primer momento Magnetto se haya posicionado como un articulador y canalizador de un frente político que construyó un poder virtual y no territorial, del cual los principales engañados no fueron aquellos que leen y escuchan cotidianamente las operaciones políticas desde los multi - medios sino la oposición.
Lo que corrobora esta afirmación es justamente qué pasó en los disidentes del peronismo luego de la manifestación popular durante del velatorio de Néstor Kirchner. Felipe Solá es quien más claramente lo expresó: “No tenemos juventud, no tenemos militancia, no tenemos intelectuales y no tenemos liderazgo.”
Para concluir, podríamos decir que las construcciones políticas virtuales tienen su límite en la realidad territorial. Esta es la cruda realidad a la que se está enfrentando una oposición que articuló su estrategia política a partir de las tapas de Clarín y sus participaciones en A dos Voces y/o Desde el llano. Por su parte, el gobierno puede mostrar discusiones internas y externas porque justamente se encuentra haciendo política con personas de carne y hueso.
"Homo virtualis"
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