La vuelta a Discepolín

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Las ciencias sociales, desde hace más de 50 años, han debatido con avidez qué es el peronismo. Desde la interpretaciones funcionalistas de Germani, que sugieren cierto paternalismo autoritario propio de sociedades en transición, pasando por aquellas que lo ven como una alianza de clases -como puede ser la de Murmis y Portantiero-, hasta aquellas que lo ven como uno de los signos más inconformistas de los devenires políticos argentinos (González) podríamos completar dos bibliotecas alejandrinas.

De todas formas, no vamos a profundizar en esta nota el debate mencionado, sino poner sobre el papel algunas sensaciones que comenzaron a hacerse más patentes luego del fallecimiento de Néstor Kirchner.

El que escribe esta nota anda transitando los treinta y cinco y pasó por la facultad en una época que para otros generaba cierta vergüenza reconocerse como peronista. Traigo a colación una anécdota que puede describir a lo que me estoy refiriendo. Corrían los finales de la década del 90 y había elecciones para centro de estudiantes en la Facultad de Ciencias sociales. Un militante de una agrupación nacional y popular se me acerca con un volante para decirme que tenía que votar por ellos en la contienda electoral. En el mismo, además de ciertas consignas, había un dibujo en el cual estaban, entre otros, Arturo Jauretche, John William Cooke, Eva Perón, Rodolfo Walsh, etc. Todos ellos estaban representados como jugadores de la selección argentina. En ese momento recuerdo haberles dicho que yo los iba a votar el día que pusieran a Perón en ese dibujo. Me parecía un despropósito que pusieran a todos esos militantes y no lo pusieran al general. Recuerdo que uno de ellos me dijo: Perón es el DT. A lo que yo contesté puede ser el DT pero acá no está.
Pasaron los años, y en otras elecciones de la facultad me encontré con el mismo dibujo pero con la salvedad de que Perón aparecía ahora como el director técnico. Tal vez valga la pena mencionar que Kirchner ya era presidente. En ese momento me pregunté por qué ahora sí y antes no. Qué cambió.

Para contestar a esta pregunta tal vez tendríamos que re leer a Enrique Santos y Discepolo y sus diálogos imaginarios con Mordisquito: «Bueno, mirá, lo digo de una vez. Yo no lo inventé a Perón. Te lo digo de una vez, así termino con esta pulseada de buena voluntad que estoy llevando a cabo en un afán mío de liberarte un poco de tanto macaneo. La verdad: yo no lo inventé a Perón, ni a Eva Perón, la milagrosa. Ellos nacieron como una reacción a los malos gobiernos. Yo no lo inventé a Perón ni a Eva Perón ni a su doctrina. Los trajo, en su defensa, un pueblo a quien vos y los tuyos habían enterrado de un largo camino de miseria. Nacieron de vos, por vos y para vos. Esa es la verdad. Porque yo no lo inventé a Perón, ni a Eva Perón. Los trajo esta lucha salvaje de gobernar creando, los trajo la ausencia total de leyes sociales que estuvieran en consonancia con la época. Los trajo tu tremendo desprecio por las clases pobres a las que masacraste, desde Santa Cruz hasta lo de Vasena, porque pedía un mínimo respeto a su dignidad de hombres y un salario que los permitiera salvar a los suyos del hambre. Sí, del hambre y de la terrible promiscuidad de sus viviendas en las que tenían que hacinar lo mismo sus ansias que su asco. No. Yo no lo inventé a Perón ni a Eva Perón. ¡Vos los creaste! Con tu intolerancia. Con tu crueldad. Con la misma crueldad aquella del candidato a presidente que mataba peones en su ingenio porque le pisaban un poco fuerte las piedritas del camino a la hora de la siesta.”

La cita es larga pero creo que valió la pena. Vale la pena porque los que nacimos en los setentas vimos sucumbir aquello que nuestros abuelos nos contaban. En este sentido, y con el mismo tono de discepolín, podemos decir que nosotros no lo inventamos a Néstor Kirchner. Fueron ellos, el neoliberalismo, la miseria, la desocupación, el desmantelamiento del Estado, el FMI, los milicos, Alfonsín, Menem y De La Rúa.

Es por eso que los de mi generación y aquellos un poco más jóvenes podemos soñar con actualizar aquella argentina de nuestros abuelos, pero sabiendo que no queremos volver al 48 o al 73, sino a un proceso político que como decía Discepolo, implica gobernar creando la unidad continental de la que hablaba Perón y a la que tanto miedo le tienen los gorilas.

Es por eso que Kirchner es recordado no sólo como el presidente que sacó a la Argentina de su peor crisis y la puso de pie, sino también como el Secretario General e impulsor de la UNASUR.
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