Muy probablemente, de joven el Momo Venegas haya escuchado a José Larralde. Pareciera que en este último tiempo no lo tuvo muy presente, habida cuenta de la aparición de los campamentos en donde se reduce a la servidumbre a los trabajadores rurales. Le preproducimos acá algunos fragmentos de Herencia pa’ un hijo gaucho para ver si recobra la memoria.
De mecánico también
he trabajao de oficial,
pero cuando iba a arreglar
me pagaban como pión,
y como el chifle era pior
me las tuve que aguantar.
Un día me les cabrié
y me pelié con un jefe,
y en esos tejes y manejes
y pa´no embarrarla más
me las tuve que tomar
con la cola como un eje.
Y guelta otra vez a nada
buscando un triste conchabo,
me recorrí todo el pago
y en la Estancia “La Pelada”
me tomaron pa´la arada
y pa´sembrar en lo arado.
Recuerdo como si viera
las melgas que allí corté.
Si viera con que placer
desparramé la semilla,
y así esperamos la trilla
con un tal vez por después.
Y ansi anduve un tiempito
gozando de la vidurria,
guiso de oveja y la angurria,
de hacer hectáreas a chorro
pero cuando vino el cobro
empezaron las penurias.
Del vale del capataz
al vale del encargao
y al pueblo con el recao
pa´cobrar en la oficina
después el hijo y la prima
y la nuera del cuñao.
Mas problemas que en la escuela
pa´cobrar dos pesos locos,
todo comienza de a poco
pa´que uno vaya engranando.
Uno se queda pensando
y el otro se lleva el toco.
¡Ah! Si supiera la ley
la trampas del potentao.
Las noches que me he pasao
a mate amargo y galleta,
por no mirarle la jeta
al oreja de encargao.
Si hasta parece mentira
que por un mísero ascenso
el que ayer dormía entre lienzos
y te hablaba como hermano
tan solo estrecha tu mano
pa´ver si traes algo adentro.
"Un ayuda memoria para el Momo"
Publicar un comentario