Desde hace algún tiempo
venimos insistiendo en este blog que muchos periodistas intervienen desde sus
columnas como militantes políticos sin candidatos. Hoy, y luego de la victoria
kirchnerista en Catamarca, consideramos más que oportuno profundizar aún más en
esta línea de análisis.
Decíamos militantes sin
partido no por lo obvio, es decir, la toma de posición por el anti kirchnerismo
ortodoxo, sino por la exigencia hacia la oposición que dejaran de pelearse
entre ellos y presentaran un candidato al cual estos periodistas pudieran
impulsar desde sus artículos. Es claro que si la oferta opositora está
dividida no es posible apoyar a todo el mundo. En este sentido, se conformaron
con pegarle al gobierno sin poder presentar una alternativa.
Hoy por hoy, y si bien
consideramos que esta idea todavía es pertinente, la victoria del FPV en
Catamarca plantea un escenario que le otorga ciertos matices a la idea
planteada. Estos cambios se deben, en primer lugar, a que las elecciones se
presentan como la cristalización de algo que ya es imposible ocultar: la
incapacidad de los candidatos de la oposición de presentarse con un discurso
político coherente y con argumentos / propuestas. En segundo lugar, y
relacionado con lo dicho recién, porque son los mismos periodistas que debido a
la falta de ideas y militancia se deben convertir en los intelectuales
orgánicos de un partido que no existe.
Es claro que si realizáramos
un análisis de los escritos de Van der Kooy, Morales Solá, Blanck y Pagni en
otros contextos políticos, encontraríamos bajadas de línea que podrían ser
vinculadas a ciertos sectores del empresariado, es decir, con intereses
económicos específicos que no necesariamente se relacionan automáticamente con
políticos de carne y hueso. Pero, lo que está en juego aquí es otra cosa: son
ellos mismos los que han “bajado al llano” para ponerle el cuerpo a la
coyuntura pre electoral. Sino, vean las columnas de los tres primeros en donde
se dan hasta el lujo de retar a la oposición por las cosas que están haciendo.
Esta posición, que obviamente
ellos no eligen, los lleva a exponerse de una forma de la cual no hay vuelta
atrás. No hay vuelta atrás porque cuando uno “baja al llano” se ensucia, y
ensuciarse no es algo a lo que estuvieran acostumbrados. En efecto, su
profesión les permitía, detrás del lema de la objetividad y la independencia,
ser esos espectros que asustan por el solo hecho del daño que pueden causar si se va en sentido opuesto a los intereses que ellos defienden.
Recordemos ese postulado que rezaba: “nadie resiste más de tres tapas de Clarín
en contra”.
Como para el caso del kirchnerismo
esto se demostró falaz, y como la oposición no puede organizar ni una fiesta de
15, estos periodistas deben defender sus intereses con su propio cuerpo. Les
falta solmamente postularse. Esto no es algo impensable, recordemos cuando
Lilita le ofreció a Lanata la candidatura para Jefe de Gobierno de la CABA y
este la desistió. Tal vez sea la oposición quien les rogaría que se presenten
pero no ellos quienes tomen la iniciativa. Es claro que su límite es la
supervivencia personal y su organicidad es la de su propio
bolsillo.
Es por eso que más que
apostar a primera vuelta, lo hacen a segunda. Es aquí donde el tipo de elección
les va a garantizar la existencia de un candidato opositor y alguien a quien
apoyar. En este caso ya no serían tan exigentes… A lo sumo podrían decir: “De
todos los mamarrachos que hay queremos uno que por lo menos llegue a segunda
vuelta”.
"Intelectuales orgánicos sin partido"
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